La chica de los labios pegajosos porque de tanto en tanto el gloss se recalentaba en su bolsillo, cogió por el extremo otra fresa y la relamió con dulzura antes de morderla. Recordaba , que había tardado casi una hora en recuperar el ritmo normal de su corazón, y aún se torturaba por el dolor que le había producido tener que poner distancia entre sus cuerpos.
Cada día es más intenso, pensó, mientras acariciaba sus comisuras con la lengua, saboreando de nuevo, la mezcla de pintura, sudor y el sabor a fresas.
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