martes, 2 de febrero de 2010

Enero es el mes en el que el agua se retuerce sobre sus moléculas,
en el que la fluidez, se endurece
y el tiempo se detiene en sus entrañas.
Febrero, mantiene silencioso el cauce inmóvil de las aguas.
Y atrapa los secretos bajo un cristal repleto de hojas secas,
que el otoño olvidó cuando aun borraba las huellas
de un estío ya marchito.
Marzo es el mes de los fonemas que quedaron sin sonido,
del cauce abultado del deshielo
cuando se quiebran los espejos que cubren los arroyos,
y los huesos de los árboles, diluyen su reflejo en la ribera.
En marzo, lo oculto se desvela
y en el telar de los gusanos,
crecen venas.

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