La chica de los labios jugosos, miraba desafiante a su oponente mientras estiraba con sus manos el elástico de la única media que apretaba sus muslos.
Estaba dispuesta a transformarse en un animal que arrebatase el último suspiro de su amante para sustituir su propio aliento con el suyo.
La chica que antes de cada cita pintaba lentamente su boca para convertirla en fruta de temporada, se colocó encima de él, mientras observaba su mirada ansiosa y sorprendida.
Colocó sus manos en el extremo del lazo que sujetaba sus braguitas y comenzó a moverse sin pausa.
La chica que antes de ser mujer, quería probar y comprobar que la paciencia de los hombres es limitada, sonrió dulcemente mientras con su lengua terminaba de extender hacia sus mejillas, los restos de carmín que aún quedaban en su boca.
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