sábado, 14 de mayo de 2011

Elisa tenía sueños. Pasajes que alargaba en duermevela para descubrir cómo se resolvían. Algunos eran tan reales que si discutía con alguien mientras dormía, al día siguiente el enfado se prolongaba durante toda la jornada.

A veces, resultaban muy coherentes si los comparaba con la realidad que estaba viviendo y se preguntaba si no se tratarían los sueños, de la forma que los monstruos de la conciencia adoptan para enviarnos mensajes.
Si hubiera podido escribir alguno de ellos al levantarse, tendría un cuaderno lleno de relatos que, como dictados por un ente superior, le iban revelando las verdades y las mentiras de aquello que le preocupaba. A veces, se preguntaba si los íncubos existirían realmente y si no serían ellos quienes le dictaban aquellas imágenes a su mente y quienes posteriormente, con una exhalación húmeda, los fijaban en su memoria como verdades inalterables, como pasajes vividos.

 
Elisa una mañana, se puso frente a sus sueños. Los colocó en fila india y observó detenidamente los rostros que se le figuraban en aquella nebulosa onírica. Los fue llamando uno a uno, con voz firme y con desprecio, como hacen los coroneles en las películas cuando se encuentran frente a la fila se soldados.

A medida que se iban presentando, encontraba escenas de máxima nitidez junto con densos reflejos que ocultaban parte de lo sucedido. Estos, eran descartados de inmediato, por no revelar más que dudas y aportar incertidumbre en el proceso.

A continuación, encendió un cigarro y se quedó frente a los seleccionados. Elisa alargó la mano hacia una mesita en la que reposaba su libreta y fue comparando las fechas de sus anotaciones con aquellos detritus de la noche a los que había decidido interrogar.

De pronto, alzó la vista y dejó resbalar el cigarrillo entre sus manos. Los sueños habían desaparecido y lo único que quedaba ante ella era el reflejo de su silueta empañado por el humo del cigarro, que humeante, yacía en el suelo junto a sus pies.

Elisa, una mañana de mayo, abandonó su extraña compulsión de buscar las respuestas de las preguntas que nunca había llegado a formular.

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