Tú, borracho,
que a pasos cortos caminas
y cubres la distancia que te queda
hasta una casa que no es tuya
acompañado de tu mal aliento.
Tú, borracho,
que agachas el pescuezo
y dejas que lo agarren y lo estrujen.
Tú, borracho,
que andas por la calle a media pinta
que te llegan los recuerdos hasta el chato.
Tú,
por fin alcanzaste la suerte de ser digno:
Se te concede una hipoteca a treinta años.
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