A veces, un rayo intempestivo ilumina zonas de la tierra que han estado largo tiempo a oscuras.
Por un instante, en apenas unos segundos, a veces se visulmbra al fondo de la escena una silueta. Grande, terrorífica, poderosa; ungida por la luz efímera y eléctrica.
Y así, como una foto, la imagen permanece en la retina haciendo que la sombra originaria, resulte ya otra cosa transformada.
En las líneas de la mueca que contempla, la sorpresa y la extrañeza al reconocer esa figura. Es la forma que dibujan tus caderas, en su paso fugaz por el espejo.