Quiero ser indecorosa, hasta que se vuelvan verdes las granadas
antes de que al alba se desgranen, y caigan sus pepitas,
podridas: en el suelo.
Voy a derramar en la boca del silencio
lava ardiente que extermine los fantasmas y los velos.
Y si todo queda en pie, si todo queda quieto,
prenderán distintas llamas
en el cajón, del ansia y del deseo.